lunes, 3 de marzo de 2014

Hare Krishna Hare Hare Hare Rama...


Hace unos días, mi compañero de casa nigeriano me prestó un libro sobre la conciencia de Krishna. 
Es muy fino (92 paginas) y fácil de leer (como es de suponer, un libro religioso nunca te resultará difícil de leer, no son idiotas).
Decidí darle una oportunidad y en ello estoy, leyéndolo.




El libro no me aporta nada nuevo. E incluso las partes en las que deriva la solución de mis problemas al rezo a Krishna, Visnu o una vaca sagrada me parecen irrisorias.

Pero en su defensa, he decir que tampoco es un libro de Paulo Coelho, Alejandro Jodorowsky o @Ifilosofia, que todo el mundo anda compartiendo sus zurullos espirituales y que a mi, personalmente, me parecería hasta más agradable tener una polla acariciándome la mejilla que tener que leer esas milongas.



Ya desde hace un año vengo perdiendo lo que viene a ser la fe en estas cosas. 
Yo he sido bastante sensible a esto durante mucho tiempo: he vivido rodeado de Cristos y Ave Marias en los veranos que pasaba en la casa del pueblo, me bautizaron con 10 años y tomé la comunión con 11 e incluso a veces, al hablar, se me escapa una frase que parezco el padre Damien Karras, que hace que hasta el más ateo se cague encima de la sorpresa.

Pero nada es eterno...y al igual que dejamos de creer en los Reyes Magos (porque descubres que tus padres no quieren desayunar el día de Reyes, después del atracón de nueces y vasos de leche que les has dejado bajo el árbol la noche anterior), se deja de creer en fantasmas, monstruos en el armario y la vida eterna.

Porque no puedes creer que hay alguien ahí arriba mientras aquí abajo se te mueren mascotas, tías-abuelas y actores que te han hecho pasar una buena tarde.


Volviendo al libro, es interesante verlo a veces desde el punto de vista político y social, estando de acuerdo en que tratando de ser feliz con cosas materiales no vas a ser feliz nunca (los británicos tienen un marrón muy grande con eso) o el hecho de seguir a dirigentes que nos prometen pan y nos acaban dando piedras (Marca España).

No hay que profesar ni a Dioses ni al Android que tienes delante por igual, hay que cultivar un poco la felicidad relacionándote con otras personas y capturar momentos esenciales, porque un día no estarán ahí.

No hay que rezar a Krishna o pedir milagros al Papa Francisco, hay que venerar lo que tengas delante: sea un filete muy hecho, una canción, un ser querido o un coño.



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