viernes, 31 de enero de 2014

Impotencia.





Impotencia es tener el desayuno en la cama y tenerla más blanda que los cuchillos que dan en el avión.

Impotencia es vivir con un par de ingleses la mar de guarros que nunca han visto salir una bolsa de basura por la puerta.

Impotencia es ver que en todo el Mersey no hay una británica decente: chepas, papadas, voz de Piolín y harina para maquillaje.

Todas estas cosas pasan y ninguna tiene solución.
Quizá por el hecho de vivir el año pasado en Polonia, porque cuando ves a rubias naturales con ojos azules y con unas pretensiones tan bajas como el zloty frente a la libra. 


No voy a negar que Inglaterra tiene pocas cosas buenas de las que me había imaginado antes de venir y muchas malas, pero qué coño, como diría cualquier jugador en Las Vegas antes de echar a perder su fortuna: "¿Hemos venido a jugar o no!?".

De momento, al único juego que estoy jugando es al que imponen las universidades aquí: sacarse el IELTS. Después de ello, lo único que resta es volver a casa, comer torrijas por Semana Santa y volver aquí con la esperanza de limpiar un par de suelos sucios (eso nunca falta en este país).


Nada más, me despido hasta la próxima con la frase favorita de D.S Bruce Robertson: 
"Same rules apply, Brother Blades".